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El mercado informal y las perspectivas de desarrollo de los pueblos fronterizos.
Pensamiento
La grandeza alcanzada por hombres ilustres en la historia de la humanidad. Fue el fruto, de la siembra de semillas mejoradas. Plantadas en el lodo que regó la insidia; las aberraciones y la malquerencia de sus detractores. RECC
La historia, cualquiera historia, puede estar enmarcada dentro del concepto mas reducido, pero no por esto dejara de ser relato de sucesos dignos de memoria de una vida, una familia o de una sociedad.
La historia de las poblaciones dominicanas ubicadas en la línea fronteriza con Haití, apenas se diferencian entre si por pequeños detalles de índole local, que en nada cambian los aspectos generales que las atan indisolublemente y que representa el elemento embrionario para la búsqueda de un desarrollo armónico y sostenible.
La franja que separa los dos países, sirve de albergue para cinco provincias dominicanas y trece comunas haitianas, donde viven en condiciones infrahumanas, aproximadamente dos millones de habitantes; aferrados a la esperanza de un mercado informal inestable y dependiente de la ayuda internacional.
Esos mercados han sido la tabla de salvación de los residentes en la frontera dominico-haitiana y razón para mantenerse en una tierra que aman, pero que ha sido abandonada a su suerte. Y donde las inversiones de ambos Estados, exiguas por naturaleza, se han limitado a la realización de obras que muchas veces, no son las `prioridades de nuestros pueblos y al envío de raciones alimenticias que en vez de resolver los problemas, destruye el autoestima y fomenta un paternalismo pernicioso.
En los últimos años, la frontera ha estado en las primeras páginas de los principales medios periodísticos. Es de lamentar sin embargo, que esas informaciones no destaquen las potencialidades de que disponemos y que pueden utilizarse para elaborar un vasto plan de desarrollo, sino para difundir generalidades comunes en todas las fronteras del mundo como es el contrabando en todas sus variables.
Nadie parece recordar que para nuestros países salir del atraso y lograr el desarrollo sostenible que todos aspiramos. Requieren de maximizar el crecimiento económico, mediante la inversión de nuevos recursos al proceso productivo y la apertura hacia otros mercados. Aspecto este, en que las poblaciones fronterizas juegan en la actualidad un papel preponderante.
Los aspectos anteriormente citados, unidos al clima de inestabilidad política que prevalecía en Haití en los últimos cuarenta años, Y unas relaciones bilaterales sin transparencia, rodeada de escepticismo y desconfianza, representaron indudablemente los elementos sustentables del grado de marginalidad en que aun viven las poblaciones fronterizas de los dos Estados.
Estas razones, demandan de la búsqueda de soluciones conjuntas para mejorar unas relaciones álgidas, nacidas de viejos patrones históricos un tanto estereotipados y poder superar las nociones de prejuicios en aras de diseñar para el futuro inmediato, una estrategia de acercamiento, en el cual se consolide el desarrollo integral de la región.
Los mercados informales representan la pieza clave de este ajedrez político, para alcanzar unas relaciones armónicas y perdurables, donde se establezca un marco institucional definitivo. Garante de una convivencia pacifica en que los gobernantes de ambos estados, cumplan normas éticas y sean refrendarios del compromiso de enfrentar problemas comunes aun sin soluciones como son:
Los problemas migratorios.
Fitosanitarios y control de las enfermedades.
Ecológicos.
Contrabando y otros.
Todos los problemas pendientes de soluciones son de vital importancia. No obstante, el problema migratorio requiere de atención especial por las repercusiones económicas, sociales, políticas y culturales que genera.
Comprender que la migración en gran escala que de Haití llega al país, repercute en el agravamiento de las precarias condiciones de vida de los dominicanos, quienes las aceptan por razones humanitarias y de buena vecindad, sin que existan otras razones que nos obligue.
Las dos naciones, debemos aspirar a un mejor acercamiento y unas relaciones mas estrechas, pero sin vulnerar la libre determinación que a cada uno corresponde.
Para que los mercados informales de la frontera puedan constituirse en verdaderos instrumento de desarrollo, se requiere concertar acuerdos comerciales satisfactorios para los dos países. Que involucre una política arancelaria clara en los objetivos que se propone lograr; humana y verdaderamente funcional; sin lacerar las facilidades que optimizan esas actividades comerciales. A mi humilde parecer, esto puede representar el punto de partida, para la creación de un Fondo Común que llegue a ser depositario de una cantidad previamente acordada por las dos naciones, y a ser invertidas en el desarrollo de las poblaciones fronterizas.
Esta iniciativa, fortalecidas con las acciones emanadas de los gobiernos y de los Ayuntamientos. Contribuirían a crear un enorme potencial de desarrollo en ambos lados de la frontera. A la que se les puede agregar la participación del sector privado, los derivados de la aplicación de la Ley 2801 de incentivos para la inversión en la frontera vigente en la Republica Dominicana y hasta ahora aplicada de manera complaciente entre sectores que dictan de ser fronterizos. Unidas a disponibilidades afines existentes en Haití, y los que provengan de empréstitos o ayuda (no intromisión) internacional para la ejecución de proyectos.
Todo esto, sin dejar de recordar que el propósito de la ayuda internacional, es el fortalecer la institucionalidad democrática, la solidaridad, el desarrollo político, social y económico de los países. De forma que se vigorice un crecimiento sostenible, transparente el accionar de los gobiernos de cara al pueblo y reduzca los niveles de dependencia.
Ha llegado la hora. Los fronterizos estamos empeñados de manera irrestricta, en desenvolver nuestras potencialidades, sujetas por tanto tiempo, a influencias de sistemas, que solo han servido para acentuar las deficiencias.
Aspiramos a una participación mas activa en la solución de los problemas que nos atañe. No al mero hecho simbólico de vigilantes de un nacionalismo que muere, bajo el puñal artero esgrimido por generaciones de gobernantes, que desde el poder, han visto a los pueblos fronterizos, no solo como lugares olvidados indignos de ser tomados en cuentas. Sino también, como el entorno maligno donde es posible encontrar la legendaria serpiente de las siete cabezas.
Es necesario superar la visión tradicional de la frontera como problema.
Como toda frontera, esta implica numerosos problemas, pero no menos oportunidades. De lo que se trata es de implementar políticas inteligentes e innovadoras que manejen y reduzca lo primero y amplíen el segundo.
En otras palabras, una optimización del sistema de administración y gestión fronterizo.
Si tomamos como reales los datos suministrados por el Centro de Exportación e Inversión de la República Dominicana, las actividades comerciales con Haití creció en el periodo 2002-2004 a un ritmo oscilante entre un 15% hasta un 20% anual. Mientras que las actividades comerciales que se desarrollan en los mercados informales en el lapso comprendido entre el 2004 hasta el 2006 experimentaron un 22%; lo que da constancia de la importancia de estas actividades y su papel como soporte económico de una región cargada de pobreza.
Esas actividades requieren de la adopción de mecanismos que sirvan de garantías para que su desarrollo sea verdaderamente eficaz.
Estableciendo reglas precisas, en aquellos que resultan limitativos para el crecimiento ordenado de estos mercados, como son:
La presión que ejercen sectores insaciables y desaprensivos sobre la Dirección de Aduanas. En aras de que establezca medidas coercitivas, que solo tienden a general una reducción sustancial en la fluencia de personas y la consiguiente baja en las recaudaciones.
La inseguridad ciudadana debido a los reiterados actos de violencia.
El bajo nivel de circulante que se experimenta en los dos países y con ellos la reducción de la capacidad de compra.
El constante despojo de mercancías, por parte de algunos estamentos militares ubicados en la región. Cumpliendo con disposiciones emanadas de organismos superiores.
Las pagas a que son sometidos los vehículos de transportes en la ruta hacia el lugar de destino.
El trato discriminatorio y el despojo de mercancías a que son sometidos vendedores y compradores, por parte de empleados de los mercados al servicio de los rematistas de los proventos municipales.
Cobros excesivamente altos en las Aduanas.
Violación de los derechos humanos en ambos lados de la frontera.
Trabajos de investigaciones realizados por el autor para determinar los beneficios que esas actividades generaron entre las Provincias y comunas de Dajabón-Quathimente, Elías Piña-Belladero, Jimaní-Mal Passe y Pedernales Anse-Pitre en el periodo 2006-2007, señalan un monto global de 60 millones de pesos semanales. Distribuidos de la siguiente manera.
Dajabón-Quathimente RD$20, 000,000
Elías Piña-Belladero RD$17, 000, 000
Jimaní-Mal Passe RD$13, 000, 000
Pedernales-Anse-Pitre RD$10, 000, 000
No significando estas cifras, que los beneficios reales quedan en poder de los habitantes de las poblaciones mencionadas, y muchos menos que sean reinvertidas en proyectos para el desarrollo.
Esos mercados resultan privilegiados y pocos exigentes en sentido general.
Constituyen la mejor forma para reactivar las economías y niveles de producción de los dos Estados, en un periodo en que el valor relativo de las exportaciones de bienes se ha reducido. Razón que hace de esos mercados y del comercio bilateral, refugio obligado de los productores, sobre todo en materia agropecuaria, cuyas empresas están al borde de la quiebra.
Los productos que se expenden, están clasificados en tres categorías:
1.- Productos que tienen poca o ninguna posibilidad de competir en otros países, ya sea en razón de calidad o de costo.
(Huevos, salchichón, galletas, hielo, pollos, vegetales, etc.)
2.- Productos que no reúnen condiciones de calidad para ser vendidos en los mercados nacionales y calificárseles como desechos.
(Arroz partido, rechazos de vegetales, etc).
3.- Diferentes productos que provienen de la ayuda internacional.
La República Dominicana y Haití que comparten el predominio de la isla de Santo Domingo, nunca fueron los mejores vecinos. La historia de sus relaciones siempre estuvo salpicada de antagonismos y conflictos, aun en periodo de aparente estabilidad.
No obstante de que esas relaciones no han sido diáfanas, debemos aspirar a una mejoría en el futuro sobre la base de mutuo entendimiento, dejando atrás prejuicios ancestrales.
Dominicanos y haitianos tenemos que comprender que los problemas que nos separaron en el pasado ha sido rebasado Es hora de enfrentar de manera conjunta el cúmulo de necesidades que ahogan nuestros pueblos, con la esperanza de legar a las nuevas generaciones la hermosa herencia de una mejor convivencia, basada en el respeto, la igualdad y la solidaridad.
Enfrentarlos con firmeza y sin que medien, oscuros intereses que envuelven solapados propósitos.
Recordando siempre, que el tantas veces pregonado peligro que se cierne sobre la República Dominicana, no está basado en el mantenimiento de una sólida política de cooperación dominico-haitiana, si no en la fragilidad de los mecanismos de control existentes y en las actitudes muchas veces irresponsables y médala ganaría de quienes les asiste la obligación de ejecutarlas.
El mercado informal dominico-haitiano, es un espiral generador de trabajo.
Es sostén dinámico en que descansa la economía de miles de dominicanos y haitianos.
Es baluarte del más elevado sentimiento dominicanista, en una región donde el mismo se extinguía.
Establecer acuerdos para un mejor control migratorio y de las actividades, exenta de artificios perniciosos y mediación alguna.
Una mayor organización, en síntesis es lo que requiere este medio de esperanza y redención de las Provincias y Comunas dominico-haitiana.